Noé Hernández Cortez
El estudioso del liberalismo José Antonio Aguilar Rivera ha publicado un artículo puntilloso sobre el carácter del liberalismo en Mario Vargas Llosa y Octavio Paz. En Vargas Llosa y el liberalismo antirromántico (Nexos, 01.04.2011.,) escribe Antonio Aguilar Rivera: Me parece que la defensa que hace el peruano del liberalismo es capital. Lo es porque ha renunciado al ensueño romántico de la comunión. La suya es una concepción modesta de lo que el liberalismo puede y debe hacer en el mundo. La comparación en este respecto con Octavio Paz, otro gigante, es instructiva. Más adelante Rivera se pregunta ¿Pero por qué tendría que responder el liberalismo a la mitad —o a un cuarto— de las preguntas que nos hacemos? ¿Qué tipo de oráculo nos imaginamos que es? Y a continuación Rivera da su respuesta Para quien anhele la comunión el liberalismo será, indefectiblemente, deficiente. Precisamente Paz creía en la comunión, pero no porque se encontrara en el liberalismo, sino en otros órdenes de la vida espiritual, como en la poesía. Creo necesaria la idea de comunión en Paz para ejercer la crítica permanente al liberalismo, con la crítica el liberalismo recobra salud y vigorosidad. El carácter del liberalismo de Vargas Llosa tiene sus orígenes en la lectura de Hayek y Karl Popper, el de Paz en la tradición del liberalismo sociológico de Tocqueville y Max Weber. La pertinencia del liberalismo de Mario Vargas Llosa es crucial en nuestros días -como bien observa Aguilar Rivera- en un escenario de populismo y antiliberalismo en América Latina, así como en su momento lo fue la voz romántica del poeta mexicano Octavio Paz para denunciar las dictaduras del tiempo nublado que corrían en esos días en Sudamérica.
Ciudad de México a 07 de abril de 2011
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