Noé Hernández Cortez*
La unidad de estilo de La Rebelión de las masas de Ortega y Gasset consiste en la arquitectura fragmentaria de los ensayos que la componen. El filósofo metido a sociólogo vislumbrará en el hombre medio -el aurea mediocritas horaciano- el personaje central de la sociedad moderna. La modernidad se esparce en espacios y tiempos distintos, y la forma literaria que mejor puede retratarla es el ensayo, mirada siempre provisional y fragmentaria sobre la realidad. Daniel Bell, al igual que Ortega, fue un hacedor de piezas primordiales que componen a la sociedad moderna. En Ortega la rebelión de las masas, el desprestigio del liberalismo, la intervención del tecnócrata en la vida política; en Daniel Bell, el individualismo hedonista en la sociedad contemporánea, la fragmentación de la razón, el poder en el mundo de la política, la eficiencia en la economía, las creencias y valores en la cultura, los matices en la vida interior del intelectual. Ortega y Bell sabían que la forma de expresión del intelectual público era el ensayo, forma literaria siempre ondulante, que retrata mejor el movimiento de la sociedad, que el texto académico.
Max Weber con mirada melancólica trazaba la extensión de la razón a los distintos dominios de la cultura: el arte, la religión, la economía, la política, la música. Si la modernidad tenía un hilo conductor que le otorgaba unidad y coherencia era precisamente la racionalidad: el cálculo dispuesto a ordenar el mundo. La lectura de Bell a este diagnóstico de Weber, es que la razón no es unitaria, homogénea, pues los dominios de la sociedad responden a distintos principios que en la diversidad le da unidad. En la política el principio es el poder, en la economía la eficiencia y en la cultura lo simbólico. Estas tres esferas responden a la pluralidad de quehaceres en una sociedad democrática, pues estas esferas se llegan a tocar sin confundirse. La vida intelectual de Bell era un reflejo de esta forma peculiar de pensar a la sociedad. En los propios términos del sociólogo neoyorquino: “Soy un socialista en economía, un liberal en la política y un conservador en la cultura”.
El fin de las ideologías y Las contradicciones culturales del capitalismo son dos obras claves del pensamiento de Bell. El “nuevo desencanto del mundo” configuran el estilo de vida de los ciudadanos en sociedades democráticas: son ciudadanos cuyos intereses individuales ya no son determinados radicalmente por intereses económicos, sino por nuevos valores y creencias. Nace así lo que se considera el mundo posmaterialista en las sociedades democráticas contemporáneas, las ideas fijas de las ideologías ahora son sustituidas por valores que escapan a la explicación meramente económica y de las ideologías políticas doctrinarias. Ahora los valores son el cuidado de la ecología o los trabajos que satisfacen los goces profesionales e intelectuales. Esta interpretación de Bell sobre el mundo social de la modernidad es ahora moneda corriente en las encuestas sobre valores y percepciones de los ciudadanos. El politólogo americano. Ronald Inglehart habla de valores postmaterialistas en las democracias modernas inspirado en Daniel Bell.
Animador de la cultura mexicana a través de las revistas Vuelta de Octavio Paz y Letras Libres de Enrique Krauze, Bell nos dejó una rica miscelánea de ensayos que van de la lectura en clave biográfica de El Político y el Científico de Weber a sus reflexiones sobre el impacto de las tecnologías de la información en las sociedades postindustriales, pasando otra vuelta de tuerca a las contradicciones culturales del capitalismo . Así, frente a la diversidad del mundo social, consecuencia de la fragmentación de la razón, nada mejor que la lectura del sociólogo Daniel Bell, el gran “especialista en generalizaciones”.
* Candidato a Doctor en Investigación en Ciencias Sociales con especialidad en Ciencia Política, FLACSO, Sede México.
EN DOCUMENTO: Daniel Bell, la fragmentación de la razón.
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